EL EVANGELIO DEL DÍA: “¡ALÉGRENSE!” (MT 28,9) LIBRO DE LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES 2,14.22-33. El día de Pentecostés, Pedro poniéndose...
EL EVANGELIO DEL DÍA:
“¡ALÉGRENSE!” (MT 28,9)
LIBRO DE LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES 2,14.22-33.
El día de Pentecostés, Pedro poniéndose de pie con los Once, levantó la voz y dijo: "Hombres de Judea y todos los que habitan en Jerusalén, presten atención, porque voy a explicarles lo que ha sucedido.
Israelitas,
escuchen: A Jesús de Nazaret, el hombre que Dios acreditó ante ustedes
realizando por su intermedio los milagros, prodigios y signos que todos
conocen, a ese hombre que había sido entregado conforme al plan y a la
previsión de Dios, ustedes lo hicieron morir, clavándolo en la cruz por medio
de los infieles.
Pero Dios lo
resucitó, librándolo de las angustias de la muerte, porque no era posible que
ella tuviera dominio sobre él.
En efecto,
refiriéndose a él, dijo David: Veía sin cesar al Señor delante de mí, porque él
está a mi derecha para que yo no vacile.
Por eso se alegra
mi corazón y mi lengua canta llena de gozo. También mi cuerpo descansará en la
esperanza, porque tú no entregarás mi alma al Abismo, ni dejarás que tu servidor
sufra la corrupción.
Tú me has hecho
conocer los caminos de la vida y me llenarás de gozo en tu presencia.
Hermanos,
permítanme decirles con toda franqueza que el patriarca David murió y fue
sepultado, y su tumba se conserva entre nosotros hasta el día de hoy.
Pero como él era
profeta, sabía que Dios le había jurado que un descendiente suyo se sentaría en
su trono.
Por eso previó y
anunció la resurrección del Mesías, cuando dijo que no fue entregado al Abismo
ni su cuerpo sufrió la corrupción.
A este Jesús,
Dios lo resucitó, y todos nosotros somos testigos.
Exaltado por el
poder de Dios, él recibió del Padre el Espíritu Santo prometido, y lo ha
comunicado como ustedes ven y oyen."
SALMO 16(15),1-2A.5.7-8.9-10.11.
Protégeme, Dios mío, porque me refugio en ti.
Yo digo al Señor:
El Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz, ¡tú decides mi suerte!
Bendeciré al Señor
que me aconseja, ¡hasta de noche me instruye mi conciencia!
Tengo siempre
presente al Señor: él está a mi lado, nunca vacilaré.
Por eso mi
corazón se alegra, se regocijan mis entrañas y todo mi ser descansa seguro: porque
no me entregarás a la Muerte ni dejarás que tu amigo vea el sepulcro.
Me harás conocer
el camino de la vida, saciándome de gozo en tu presencia, de felicidad eterna a
tu derecha.
EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 28,8-15.
Las mujeres, atemorizadas pero llenas de alegría, se alejaron rápidamente del sepulcro y fueron a dar la noticia a los discípulos.
De pronto, Jesús
salió a su encuentro y las saludó, diciendo: "Alégrense". Ellas se
acercaron y, abrazándole los pies, se postraron delante de él.
Y Jesús les dijo:
"No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me
verán".
Mientras ellas se
alejaban, algunos guardias fueron a la ciudad para contar a los sumos
sacerdotes todo lo que había sucedido.
Estos se reunieron
con los ancianos y, de común acuerdo, dieron a los soldados una gran cantidad
de dinero, con esta consigna: "Digan así: 'Sus discípulos vinieron durante
la noche y robaron su cuerpo, mientras dormíamos'.
Si el asunto
llega a oídos del gobernador, nosotros nos encargaremos de apaciguarlo y de
evitarles a ustedes cualquier contratiempo".
Ellos recibieron
el dinero y cumplieron la consigna. Esta versión se ha difundido entre los
judíos hasta el día de hoy.
EXTRAÍDO DE LA BIBLIA: LIBRO DEL PUEBLO DE DIOS.
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