EL EVANGELIO DEL DÍA: “QUE SEAN UNO COMO NOSOTROS SOMOS UNO” (JN 17,22) LIBRO DE LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES 22,30.23,6-11. Queriend...
EL EVANGELIO DEL DÍA:
“QUE SEAN UNO COMO NOSOTROS SOMOS UNO” (JN 17,22)
LIBRO DE LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES 22,30.23,6-11.
Queriendo saber con exactitud de qué lo acusaban los judíos, el tribuno le hizo sacar las cadenas, y convocando a los sumos sacerdotes y a todo el Sanedrín, hizo comparecer a Pablo delante de ellos.
Pablo, sabiendo que había dos partidos, el de los
saduceos y el de los fariseos, exclamó en medio del Sanedrín: "Hermanos,
yo soy fariseo, hijo de fariseos, y ahora me están juzgando a causa de nuestra
esperanza en la resurrección de los muertos".
Apenas pronunció estas palabras, surgió una disputa entre
fariseos y saduceos, y la asamblea se dividió.
Porque los saduceos niegan la resurrección y la
existencia de los ángeles y de los espíritus; los fariseos, por el contrario,
admiten una y otra cosa.
Se produjo un griterío, y algunos escribas del partido de
los fariseos se pusieron de pie y protestaron enérgicamente: "Nosotros no
encontramos nada de malo en este hombre. ¿Y si le hubiera hablado algún
espíritu o un ángel...?".
Como la disputa se hacía cada vez más violenta, el
tribuno, temiendo por la integridad de Pablo, mandó descender a los soldados
para que lo sacaran de allí y lo llevaran de nuevo a la fortaleza.
A la noche siguiente, el Señor se apareció a Pablo y le
dijo: "Ánimo, así como has dado testimonio de mí en Jerusalén, también
tendrás que darlo en Roma".
SALMO 16(15),1-2A.5.7-8.9-10.11.
Protégeme, Dios mío, porque me refugio en ti.
Yo digo al Señor: El Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz, ¡tú decides mi suerte!
Bendeciré al Señor que me aconseja, ¡hasta de noche me
instruye mi conciencia!
Tengo siempre presente al Señor: él está a mi lado, nunca
vacilaré.
Por eso mi corazón se alegra, se regocijan mis entrañas y
todo mi ser descansa seguro: porque no me entregarás a la Muerte ni dejarás que
tu amigo vea el sepulcro.
Me harás conocer el camino de la vida, saciándome de gozo
en tu presencia, de felicidad eterna a tu derecha.
EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 17,20-26.
Jesús levantó los ojos al cielo y oró diciendo:
"Padre santo, no ruego solamente por ellos, sino
también por los que, gracias a su palabra, creerán en mí.
Que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo en
ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me
enviaste.
Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean
uno, como nosotros somos uno - yo en ellos y tú en mí- para que sean
perfectamente uno y el mundo conozca que tú me has enviado, y que yo los amé
cómo tú me amaste.
Padre, quiero que los que tú me diste estén conmigo donde
yo esté, para que contemplen la gloria que me has dado, porque ya me amabas
antes de la creación del mundo.
Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te
conocí, y ellos reconocieron que tú me enviaste.
Les di a conocer tu Nombre, y se lo seguiré dando a
conocer, para que el amor con que tú me amaste esté en ellos, y yo también esté
en ellos".
EXTRAÍDO DE LA BIBLIA: LIBRO DEL PUEBLO DE DIOS.
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