EL EVANGELIO DEL DÍA: ¡MISERICORDIA QUE DAS VIDA! LIBRO DE GÉNESIS 23,1-4.19.24,1-12.15-16.23-25.32-34.37-38.57-59.61-67. Sara vivió c...
EL EVANGELIO DEL DÍA:
¡MISERICORDIA QUE DAS VIDA!
LIBRO DE GÉNESIS 23,1-4.19.24,1-12.15-16.23-25.32-34.37-38.57-59.61-67.
Sara vivió ciento veintisiete años, y murió en Quiriat Arbá - actualmente Hebrón - en la tierra de Canaán. Abraham estuvo de duelo por Sara y lloró su muerte.
Después se retiró
del lugar donde estaba el cadáver, y dijo a los descendientes de Het:
"Aunque yo
no soy más que un extranjero residente entre ustedes, cédanme en propiedad
alguno de sus sepulcros, para que pueda retirar el cadáver de mi esposa y darle
sepultura".
Luego Abraham
enterró a Sara en la caverna del campo de Macpelá, frente a Mamré, en el país
de Canaán.
Abraham ya era un
anciano de edad avanzada, y el Señor lo había bendecido en todo.
Entonces dijo al
servidor más antiguo de su casa, el que le administraba todos los bienes:
"Coloca tu mano debajo de mi muslo, y júrame por el Señor, Dios del Cielo
y de la tierra, que no buscarás una esposa para mi hijo entre las hijas de los
cananeos, con los que estoy viviendo, sino que irás a mi país natal, y de allí
traerás una esposa para Isaac".
El servidor le
dijo: "Si la mujer no quiere venir conmigo a esta tierra, ¿debo hacer que
tu hijo regrese al país de donde saliste?".
"Cuídate muy
bien de llevar allí a mi hijo", replicó Abraham.
"El Señor,
Dios del cielo, que me sacó de mi casa paterna y de mi país natal, y me
prometió solemnemente dar esta tierra a mis descendientes, enviará su Angel
delante de ti, a fin de que puedas traer de allí una esposa para mi hijo.
Si la mujer no
quiere seguirte, quedarás libre del juramento que me haces; pero no lleves allí
a mi hijo".
El servidor puso
su mano debajo del muslo de Abraham, su señor, y le prestó juramento respecto
de lo que habían hablado.
Luego tomó diez
de los camellos de su señor, y llevando consigo toda clase de regalos, partió
hacia Arám Naharaim, hacia la ciudad de Najor.
Allí hizo
arrodillar a los camellos junto a la fuente, en las afueras de la ciudad. Era
el atardecer, la hora en que las mujeres salen a buscar agua.
Entonces dijo:
"Señor, Dios de Abraham, dame hoy una señal favorable, y muéstrate
bondadoso con mi patrón Abraham.
Aún no había
terminado de hablar, cuando Rebeca, la hija de Betuel - el cual era a su vez
hijo de Milcá, la esposa de Najor, el hermano de Abraham - apareció con un
cántaro sobre el hombro.
Era una joven
virgen, de aspecto muy hermoso, que nunca había tenido relaciones con ningún
hombre. Ella bajó a la fuente, llenó su cántaro, y cuando se disponía a
regresar,
Después le
preguntó: "¿De quién eres hija? ¿Y hay lugar en la casa de tu padre para
que podamos pasar la noche?".
Ella respondió:
"Soy la hija de Betuel, el hijo que Milcá dio a Najor".
Y añadió:
"En nuestra casa hay paja y forraje en abundancia, y también hay sitio
para pasar la noche".
El hombre entró
en la casa. En seguida desensillaron los camellos, les dieron agua y forraje, y
trajeron agua para que él y sus acompañantes se lavaran los pies.
Pero cuando le
sirvieron de comer, el hombre dijo: "No voy a comer, si antes no expongo
el asunto que traigo entre manos". "Habla", le respondió Labán.
El continuó:
"Yo soy servidor de Abraham.
Ahora bien, mi
patrón me hizo prestar un juramento diciendo: "No busques una esposa para
mi hijo entre las hijas de los cananeos, en cuyo país resido.
Ve, en cambio, a
mi casa paterna, y busca entre mis familiares una esposa para mi hijo".
Ellos dijeron:
"Llamemos a la muchacha, y preguntémosle qué opina".
Entonces llamaron
a Rebeca y le preguntaron: "¿Quieres irte con este hombre?".
"Sí", respondió ella.
Ellos despidieron
a Rebeca y a su nodriza, lo mismo que al servidor y a sus acompañantes,
Rebeca y sus
sirvientas montaron en los camellos y siguieron al hombre. Este tomó consigo a
Rebeca, y partió.
Entretanto, Isaac
había vuelto de las cercanías del pozo de Lajai Roí, porque estaba radicado en
la región del Négueb.
Al atardecer
salió a caminar por el campo, y vio venir unos camellos.
Cuando Rebeca vio
a Isaac, bajó del camello y preguntó al servidor: "¿Quién es ese hombre
que viene hacia nosotros por el campo?". "Es mi señor",
respondió el servidor. Entonces ella tomó su velo y se cubrió.
El servidor contó
a Isaac todas las cosas que había hecho, y este hizo entrar a Rebeca en su
carpa. Isaac se casó con ella y la amó. Así encontró un consuelo después de la
muerte de su madre.
SALMO 106(105),1-2.3-4A.4B-5.
¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor!
¿Quién puede hablar
de las proezas del Señor y proclamar todas sus alabanzas?
¡Felices los que
proceden con rectitud, los que practican la justicia en todo tiempo!
Acuérdate de mí,
Señor, por el amor que tienes a tu pueblo; para que vea la felicidad de tus
elegidos, para que me alegre con la alegría de tu nación y me gloríe con el
pueblo de tu herencia.
EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 9,9-13.
Jesús, al pasar, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: "Sígueme". Él se levantó y lo siguió.
Mientras Jesús
estaba comiendo en la casa, acudieron muchos publicanos y pecadores, y se
sentaron a comer con él y sus discípulos.
Al ver esto, los
fariseos dijeron a los discípulos: "¿Por qué su Maestro come con
publicanos y pecadores?".
Jesús, que había
oído, respondió: "No son los sanos los que tienen necesidad del médico,
sino los enfermos.
Vayan y aprendan
qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo no he venido
a llamar a los justos, sino a los pecadores".
EXTRAÍDO DE LA BIBLIA: LIBRO DEL PUEBLO DE DIOS.
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