EL EVANGELIO DEL DÍA: "SEÑOR, ATIÉNDELA, PORQUE NOS PERSIGUE CON SUS GRITOS." LIBRO DE LOS NÚMEROS 13,1-2.25-33.14,1.26-33. ...
EL EVANGELIO DEL DÍA:
"SEÑOR, ATIÉNDELA, PORQUE NOS PERSIGUE CON SUS GRITOS."
LIBRO DE LOS NÚMEROS 13,1-2.25-33.14,1.26-33.
El Señor dijo a Moisés:
"Envía unos
hombres a explorar el país de Canaán, que yo doy a los israelitas; enviarás a
un hombre por cada una de sus tribus paternas, todos ellos jefes de
tribu".
Al cabo de
cuarenta días volvieron de explorar el país.
Entonces fueron a
ver a Moisés, a Aarón y a toda la comunidad de los israelitas en Cades, en el
desierto de Parán, y les presentaron su informe, al mismo tiempo que les
mostraban los frutos del país.
Les contaron lo
siguiente: "Fuimos al país donde ustedes nos enviaron; es realmente un
país que mana leche y miel, y estos son sus frutos.
Pero, ¡qué
poderosa es la gente que ocupa el país! Sus ciudades están fortificadas y son
muy grandes. Además, vimos allí a los anaquitas.
Los amalecitas
habitan en la región del Négueb; los hititas, los jebuseos y los amorreos
ocupan la región montañosa; y los cananeos viven junto al mar y a lo largo del
Jordán".
Caleb trató de
animar al pueblo que estaba junto a Moisés, diciéndole: "Subamos en
seguida y conquistemos el país, porque ciertamente podremos contra él".
Pero los hombres
que habían subido con él replicaron: "No podemos atacar a esa gente,
porque es más fuerte que nosotros".
Y divulgaron
entre los israelitas falsos rumores acerca del país que habían explorado,
diciendo: "La tierra que recorrimos y exploramos devora a sus propios
habitantes. Toda la gente que vimos allí es muy alta.
Vimos a los
gigantes - los anaquitas son raza de gigantes - Nosotros nos sentíamos como
langostas delante de ellos, y esa es la impresión que debimos darles".
Entonces la
comunidad en pleno prorrumpió en fuertes gritos, y el pueblo lloró toda aquella
noche.
Luego el Señor
dijo a Moisés y a Aarón:
"¿Hasta
cuándo esta comunidad perversa va a seguir protestando contra mí? Ya escuché
las incesantes protestas de los israelitas.
Por eso, diles:
"Juro por mi vida, palabra del Señor, que los voy a tratar conforme a las
palabras que ustedes han pronunciado.
Por haber
protestado contra mí, sus cadáveres quedarán tendidos en el desierto: los
cadáveres de todos los registrados en el censo, de todos los que tienen más de
veinte años.
Ni uno solo
entrará en la tierra donde juré establecerlos, salvo Caleb hijo de Iefuné y
Josué hijo de Nun.
A sus hijos, en
cambio, a los que ustedes decían que iban a ser llevados como botín, sí los
haré entrar; ellos conocerán la tierra que ustedes han despreciado.
Pero los
cadáveres de ustedes quedarán tendidos en este desierto.
Mientras tanto,
sus hijos andarán vagando por el desierto durante cuarenta años, sufriendo por
las prostituciones de ustedes, hasta que el último cadáver quede tendido en el
desierto.
SALMO 106(105),6-7A.13-14.21-22.23.
Hemos pecado, igual que nuestros padres; somos culpables, hicimos el mal: nuestros padres, cuando estaban en Egipto, no comprendieron tus maravillas;
Pero muy pronto
se olvidaron de sus obras, no tuvieron en cuenta su designio; ardían de avidez
en el desierto y tentaron a Dios en la soledad.
Olvidaron a Dios,
que los había salvado y había hecho prodigios en Egipto, maravillas en la
tierra de Cam y portentos junto al Mar Rojo.
El Señor amenazó
con destruirlos, pero Moisés, su elegido, se mantuvo firme en la brecha para
aplacar su enojo destructor.
EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 15,21-28.
Jesús partió de allí y se retiró al país de Tiro y de Sidón.
Entonces una
mujer cananea, que procedía de esa región, comenzó a gritar: "¡Señor, Hijo
de David, ten piedad de mí! Mi hija está terriblemente atormentada por un
demonio".
Pero él no le
respondió nada. Sus discípulos se acercaron y le pidieron: "Señor,
atiéndela, porque nos persigue con sus gritos".
Jesús respondió:
"Yo he sido enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de
Israel".
Pero la mujer fue
a postrarse ante él y le dijo: "¡Señor, socórreme!".
Jesús le dijo:
"No está bien tomar el pan de los hijos, para tirárselo a los
cachorros".
Ella respondió:
"¡Y sin embargo, Señor, los cachorros comen las migas que caen de la mesa
de sus dueños!".
Entonces Jesús le
dijo: "Mujer, ¡qué grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!". Y en
ese momento su hija quedó curada.
EXTRAÍDO DE LA BIBLIA: LIBRO DEL PUEBLO DE DIOS.
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