EL EVANGELIO: “NO VINE A LLAMAR A JUSTOS, SINO A PECADORES” LC 5,32) PRIMER LIBRO DE SAMUEL 9,1-4.17-19.10,1A. Había un hombre de Benj...
EL EVANGELIO:
“NO VINE A LLAMAR A JUSTOS, SINO A PECADORES” LC 5,32)
PRIMER LIBRO DE SAMUEL 9,1-4.17-19.10,1A.
Había un hombre de Benjamín llamado Quis, hijo de Abiel, hijo de Seror, hijo de Becorat, hijo de Afiaj, hijo de un benjaminita. El hombre estaba en muy buena posición, y tenía un hijo llamado Saúl, que era joven y apuesto. No había entre los israelitas otro más apuesto que él; de los hombros para arriba, sobresalía por encima de todos los demás.
Una vez, se le
extraviaron las asnas a Quis, el padre de Saúl. Quis dijo entonces a su hijo
Saúl: "Lleva contigo a uno de los servidores y ve a buscar las
asnas".
Ellos recorrieron
las montañas de Efraím y atravesaron la región de Salisá, sin encontrar nada.
Cruzaron por la región de Saalém, pero no estaban allí. Recorrieron el
territorio de Benjamín, y tampoco las hallaron.
Cuando Samuel
divisó a Saúl, el Señor le advirtió: "Este es el hombre de quien te dije
que regirá a mi pueblo".
Saúl se acercó a
Samuel en medio de la puerta de la ciudad, y le dijo: "Por favor, indícame
dónde está la casa del vidente".
"El vidente
soy yo, respondió Samuel a Saúl; sube delante de mí al lugar alto. Hoy ustedes
comerán conmigo. Mañana temprano te dejaré partir y responderé a todo lo que te
preocupa.
Samuel tomó el
frasco de aceite y lo derramó sobre la cabeza de Saúl. Luego lo besó y dijo:
"¡El Señor te ha ungido como jefe de su herencia!
SALMO 21(20),2-3.4-5.6-7.
Señor, el rey se regocija por tu fuerza, ¡y cuánto se alegra por tu victoria!
Tú has colmado
los deseos de su corazón, no le has negado lo que pedían sus labios.
Porque te anticipas a bendecirlo con el éxito y pones en su cabeza una corona de oro puro.
Te pidió larga
vida y se la diste: días que se prolongan para siempre.
Su gloria se acrecentó por tu triunfo, tú lo revistes de esplendor y majestad; le concedes incesantes bendiciones, lo colmas de alegría en tu presencia.
EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 2,13-17.
Jesús salió nuevamente a la orilla del mar; toda la gente acudía allí, y él les enseñaba.
Al pasar vio a
Leví, hijo de Alfeo, sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo:
"Sígueme". Él se levantó y lo siguió.
Mientras Jesús
estaba comiendo en su casa, muchos publicanos y pecadores se sentaron a comer
con él y sus discípulos; porque eran muchos los que lo seguían.
Los escribas del
grupo de los fariseos, al ver que comía con pecadores y publicanos, decían a
los discípulos: "¿Por qué come con publicanos y pecadores?".
Jesús, que había
oído, les dijo: "No son los sanos los que tienen necesidad del médico,
sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los
pecadores".
EXTRAÍDO DE LA BIBLIA: LIBRO DEL PUEBLO DE DIOS.
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